
Por fin de mis ojos no salían lágrimas de tristeza, sino de felicidad, de una felicidad que era indescriptible, soñé millones de veces con esté momento, a millones de estrellas les pedí un poco de felicidad para este corazón tan frio, y por fin me la trajeron, por fin...
Había gente que se me quedaba mirando con cara de desaprobación, otro siquiera se paraban a mirar algo más alla de lo que no fuera ellos. No me importaba la verdad, en ese momento tan solo era feliz, y nada ni nadie me quitaría esa felicidad.
Llegué por fin a mi destino, estaba empapada, pero con una gran sonrisa en mi cara, me preguntaron si quería una manta, no la acepté, lo único que quería era verle o verla... ¿Quien sabe? Me adentré en los pasillos, preguntado varias veces en que habitación estaba, al final me contestaron, y la encontré.
Ella estaba tumbada en una cama, con la niña en brazos, una niña recien nacida, en el gran hospital de Nueva York, era pequeña y aun no había abierto los ojos pero era hermosa como su madre, empezé a llorar de felicidad, por fin, habría dado vida y no destrucción, por que esa pequeña tambien era hija mia, por que aunque las dos éramos mujeres las dos habíamos colaborado a la creación, de una hermosa criatura, a la que enseñariamos a cuidar tanto de sí como de su casa, La Tierra...
Por fin había dado vida, y no tan solo una pizca de destrucción a este mundo, por fin me sentía persona, por fin...
No hay comentarios:
Publicar un comentario