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29 abril, 2012

Mirror




No podía mirarse al espejo, no quería hacerlo. Ahora sólo veía a una desconocida, una desconocida llena de cicatrices y dolor, y se preguntaba donde estaba, que había pasado consigo misma, pero no podía contestarse, no lo sabía. Ella había desaparecido, pero la sustituía una chica sin esperanza, sin sueños, sin pizca de autoestima, sin alma. No quería creerlo, hacía sólo cuatro meses estaba "bien", y ni siquiera estaba bien del todo. Y empezó a llorar, y a gritar, "quería" más cicatrices en su cuerpo, quería más sangre en sus muñecas, quería más dolor, y menos a la vez, quería morir. ¿Quién era ella? Esa no era ella, a ella le daban miedo las cuchillas, le daban pánico las cicatrices. Ella era más fuerte que eso, ella había soportado más de lo que soportaba en ese momento ¿Por qué lo hacía? Ella realmente no quería, su mente decía que parase, que era fuerte, que no merecía eso. Pero no se escuchaba ni a ella misma, no quería escucharse, creía que era mentira. No era posible que fuera más fuerte que eso, no era posible que no lo mereciera, pero ella creía que sí. Que merecía todo el mal del mundo sólo para ella, creía que era un monstruo. Quería mejorar, pero ¿Cómo? Si no se escuchaba a ella misma ¿Cómo? Si creía que lo merecía ¿¡Cómo!? No podía. 

El esqueleto de lo que fué

"Si comparásemos el estado actual de la Tierra con el que solía ser, tendremos la sensación de que nos encontramos solo delante de los restos óseos de un cuerpo desolado por la enfermedad. Desprotegida totalmente de carne y de grasa, La Tierra solo es el esqueleto de lo que fué" Platón