Mentiras

Sabía que de tu boca sólo salían mentiras, pero por muy mentiras que fueran me reconfortaban, me hacían pensar que te importaba, me hacían pensar que aun sentías algo por mi. Pero como ya dije... Eran mentiras. Tenía que detener esto, tenía que callarte la boca, decirte que te fueras a la mierda, que fueras a decirle mentiras a quién las quisiese escuchar. Pero es que era yo la que las necesitaba, la que las quería escuchar. Te seguí escuchando, te seguí creyendo, y por un momento me olvidé de la verdad, por un momento me las creí y por un momento más te quise. Por un momento me dije que la verdad se fuera a la mierda, quería ser feliz, feliz a tú lado, por muy falso que fuese nuestro amor, por muy mentira que fueran nuestras palabras, quería una felicidad que sólo la falsedad me daba. 

En tus labios había un sabor tan dulce y tan amargo a las vez. Me encantaba ese sabor, era tan excitante, tan delicioso. El tiempo avanzaba, las agujas del reloj se movían a velocidades vertiginosas y tus labios no sólo se ocupaban de los míos, tus manos estaban en mis caderas, tus labios en mi cuello, y tu pasión en mi cuerpo. Todo fue demasiado rápido, demasiado placentero, demasiado excitador, demasiado. Fue demasiado. Nuestros cuerpos realizaron un baile, un agradable baile al que rendíamos honor al amor, nuestros cuerpos se convirtieron en imanes opuestos por un momento, no podía separarme de tu ser, no podía separarme de ese nuevo descubrimiento.