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20 julio, 2011

En tus labios había un sabor tan dulce y tan amargo a las vez. Me encantaba ese sabor, era tan excitante, tan delicioso. El tiempo avanzaba, las agujas del reloj se movían a velocidades vertiginosas y tus labios no sólo se ocupaban de los míos, tus manos estaban en mis caderas, tus labios en mi cuello, y tu pasión en mi cuerpo. Todo fue demasiado rápido, demasiado placentero, demasiado excitador, demasiado. Fue demasiado. Nuestros cuerpos realizaron un baile, un agradable baile al que rendíamos honor al amor, nuestros cuerpos se convirtieron en imanes opuestos por un momento, no podía separarme de tu ser, no podía separarme de ese nuevo descubrimiento. 

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El esqueleto de lo que fué

"Si comparásemos el estado actual de la Tierra con el que solía ser, tendremos la sensación de que nos encontramos solo delante de los restos óseos de un cuerpo desolado por la enfermedad. Desprotegida totalmente de carne y de grasa, La Tierra solo es el esqueleto de lo que fué" Platón